La combinación de formación y desarrollo permite desarrollar las capacidades de los empleados. Es esencial mantenerlas actualizadas para evitar que la empresa se quede atrás. Un capital humano con conocimientos desactualizados no estará adaptado del todo a las necesidades del mercado. Además, se perdería competitividad y flexibilidad.
Es por esto que hay que combinar la formación con el desarrollo de los empleados. Ambos conceptos van de la mano y son relevantes para el futuro de la compañía. Esta se juega, en buena medida, su supervivencia y mucho más (su capacidad de crecer y mejorar sus resultados). Desde la productividad en el trabajo a la innovación, la falta o no de unas determinadas habilidades y conocimientos tendrá un fuerte impacto en ellas.
Para conseguir el éxito y que la empresa mantenga el ritmo, es necesario comprender por qué formación y desarrollo profesional son tan importantes y cómo confeccionar un proceso que los aproveche al máximo.
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¿Por qué la formación y desarrollo están tan relacionados?
El concepto de formación lleva implícito el de desarrollo al potenciarse los conocimientos, habilidades y aptitudes profesionales dentro de la empresa. No solo se trata de que los adquieran puntualmente a través de un curso, sino que el proceso se enfoca al largo plazo y ejecuta de manera continuada, algo a lo que contribuyen las evaluaciones de desempeño.
Las empresas deben adaptarse a su sector y a la demanda del mercado. Ante los retos que ambos proponen, pueden adquirir nuevo personal o desarrollar el que ya tienen. Optar por esto último fomenta la mejora continua de los empleados, tanto recién contratados como aquellos que llevan años o décadas en plantilla. Se trata de mejorar sus capacidades y facilitar su crecimiento profesional e intelectual.
Al llevar a cabo una buena formación y desarrollo profesional, los empleados van haciéndose cada vez más efectivos y eficientes en su labor, lo que aumenta su valía. Su capacidad para hacer frente a las responsabilidades de su puesto mejora, al tiempo que su satisfacción laboral y motivación. Además, se reduce la rotación de personal con el coste que este lleva asociado.
Ambos conceptos cristalizan en una política de formación adaptada a cada negocio y que se puede optimizar con tecnología. A través de ella, se planifican las acciones formativas que recibirá la plantilla, tanto a nivel individual como por equipos. Así, el desarrollo del personal se lleva a cabo de manera racional y persiguiendo objetivos específicos.
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La importancia de la formación y desarrollo de los empleados
La formación y desarrollo de los empleados incide directamente en la capacidad de adaptación de la empresa. Hoy se necesitan unas habilidades laborales y mañana otras, mientras que los conocimientos se van expandiendo y completando. Es por esto que hay que buscar una actualización continua que evite caer en la obsolescencia, algo que también ocurre con la maquinaria o las instalaciones que usa el negocio.
La motivación es otro factor muy a tener en cuenta. Una plantilla que dispone de los conocimientos y habilidades adecuadas cumple mejor con sus cometidos. Esto lleva a que la dirección reconozca y valore el esfuerzo que se está realizando, lo que aumenta la confianza en la directiva y la lealtad a la empresa.
Se posibilita la creación de planes de carrera específicos para trabajadores, es decir, el desarrollo de una formación personalizada y a largo plazo. No solo permite desarrollar a los empleados más prometedores, sino que se les abre una senda de crecimiento en el seno de la empresa. No solo se forma a los que peor rinde o más débil tienen una competencia, sino también a los más talentosos para explotar al máximo su potencial.
¿Cómo crear un proceso de formación y desarrollo del personal exitoso?
Dada la importancia de la formación y desarrollo de empleados, es necesario diseñar un proceso sólido que combine ambos sin trabas. Este debe enfocarse a la mejora continua y contendrá mecanismos de evaluación, vitales para extraer resultados y plantear mejoras. Gracias a estos pasos, se alcanzará el éxito.
Determinar las necesidades de la empresa
El primer paso que se tomará consiste en determinar de las necesidades formativas de la empresa.
Para esto se analizarán las evaluaciones de desempeño pasadas, a las que se podrá acceder si se tiene una tecnología que las recopile en informes de evaluación, ya que muestran la evolución de la plantilla al detalle.
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Establecer unos objetivos claros para el éxito de la formación y el desarrollo
Una vez se ha establecido el estado de partida, se marcarán unos objetivos claros, realistas y acotados en el tiempo. Formarán parte de un plan cohesionado, en el que se asignará unos responsables, los recursos pertinentes y las acciones encaminadas a la formación y desarrollo.
La evaluación por objetivos debe alinearse con las metas marcadas por la dirección de la empresa. Sus indicaciones son esenciales, ya que algunas estarán relacionadas con la formación de equipos, la obtención de unas habilidades específicas (sean duras o blandas) o del desarrollo de la plantilla.
Planificar la formación y su desarrollo
Como ya se mencionó, el proceso de formación del personal debe planificarse, algo que permite actuar de manera coordinada y cohesionada. El plan contendrá los métodos educativos a utilizar, qué conocimientos o habilidades se busca adquirir, dónde se impartirán las clases…
Además, es muy recomendable involucrar a los trabajadores en la planificación. Con una encuesta, por ejemplo, es posible extraer sus puntos de vista, ideas y necesidades. Así, se enriquece el plan y se adapta a la realidad de la plantilla.
También se debe incluir experiencias formativas atractivas y personalizadas. En esta área se ha avanzado mucho en los últimos años. Se han introducido métodos de aprendizaje novedosos, como la gamificación, que resultan útiles para adquirir con facilidad conocimientos. Al mismo tiempo, hacen que el proceso sea más entretenido y ameno.
Para potenciar esta planificación, es recomendable usar un software de gestión de formación. Facilita la participación de los empleados, el diseño de acciones formativas personalizadas, la creación de catálogos de cursos y el seguimiento de la inversión realizada. De este modo, se optimiza el desarrollo de personal a largo plazo.
Resultados de la formación y desarrollo del personal
El proceso de formación y desarrollo requiere de unos mecanismos que lo controlen y evalúan. Su función es la de permitir la mejora del procedimiento, puesto que perderá vigencia con el tiempo y la empresa evolucionará. Al analizar su funcionamiento de manera regular, se irá optimizando y potenciando, lo que redundará en unos mejores resultados.
Para garantizar el éxito del proceso, con un software de gestión de la formación se puede controlar cada aspecto en detalle. No solo registra el avance de los empleados y la correcta adquisición de habilidades o conocimientos, sino que permite verter toda la información en informes y gráficos. Así, el departamento de Recursos Humanos podrá comprender el estado de sus planes de manera sencilla y en profundidad.
7 beneficios de combinar la formación y el desarrollo profesional
Gracias a la formación y desarrollo profesional, las empresas obtiene siete beneficios principales:
- Aumento de la versatilidad del empleado. No solo cumple mejor con su trabajo, sino que, al aumentar sus conocimientos, puede encargarse de otros en caso de necesidad. En situaciones de crisis, como una sanitaria, la empresa gozará de una mayor flexibilidad.
- Posibilidad de abrir nuevos mercados. Al ir mejorando la plantilla mediante la formación continua, es posible crear nuevas ramas dentro del negocio o expandirse a otros sectores. Así, la empresa se diversifica y puede alcanzar los llamados océanos azules.
- Mejora de la satisfacción del cliente. Unos profesionales bien preparados son más eficaces en sus labores, lo que se traduce en una mejor producción o una reducción en los tiempos de entrega. El consumidor es el principal beneficiario, quien reducirá sus quejas e irá adquiriendo una percepción positiva de su empresa.
- Evita rotación de personal. Los empleados se sienten valorados por cumplir de manera satisfactoria su labor. En caso de que le ofrezcan una oferta de trabajo, se lo pensará dos veces.
- Prepara a los empleados para nuevas responsabilidades. Los profesionales evolucionan y se capacitan para enfrentarse a puestos superiores. Gracias a las aptitudes adquiridas, están listos para retos más complejos y salir airosos.
- Incremento del rendimiento. Esto se manifiesta a través de aumentos de la productividad laboral. Un trabajador cualificado llega a resultar más eficiente en su trabajo, por lo que consume menos tiempo para realizar su tarea. Así, los proyectos se vuelven más exitosos.
- Innovación. Gracias a la formación continua, los empleados pueden llegar a descubrir optimizaciones para los procesos en los que están involucrados. Al fin y al cabo, los conocen en detalle, tanto en sus aciertos como en sus errores.